El pan y las especias

 
Pan de azafrán con arándanos de panadería A Troia en Santiago de Compostela


Según D. Jacinto Garcia, el gusto desmedido por las especias marcó todas las cocinas europeas de la Baja Edad Media y del Renacimiento, y se mantuvo hasta bien entrada la Edad Moderna.
 
La enorme reputación de las mismas se debió a razones de tres tipos: social, gastronómica y médica. En primer lugar, el hecho de ser unos elementos tan caros como exclusivos les convertían en símbolos de casta social y  de riqueza. En segundo lugar por los sabores pronunciados encontró en las especias unos aliados valiosos y distinguidos y en tercer lugar a las mismas se les atribuía una muy estimable capacidad para despertar el apetito y reconfortar el espiritu y, sobre todo, un excepcional efecto vigorizante. Particularmente sensibles a este influjo tónico son, en opinión de la antigua clase médica, los órganos sexuales. Una adecuada mezcla de especias pasaba por ser la antesala de la voluptuosidad, gracias a su poder para despertar el deseo de la lujuria. !!mira que si este pan hace todo eso voy a cobrarlo mas caro!!.
 
Así pues, no es extraño que, ante tantas bondades, las clases acaudaladas de la socidad tardomedieval se entregaran con verdadera devoción a las especias, y que por idénticos motivos, menos convenia a los religiosos de la vida monástica, los dones mundanos de las especias les tornaban peligrosas aliadas del demonio. Por ello, los reglamentos de las órdenes religiosas solían aconsejar el uso comedido de los condimentos. Las especias más empleadas en el siglo XVI, fueron: la canela y el jengibre.

En el caso  del pan que presento, además de emplear el azafrán que le dá un toque muy sabroso, se combina con los arándanos, que como todos sabeis tiene un gran poder antioxidante y son riquísimos. 
 
 

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