Partir el pan

Barritas de pan de chorizo y cebolla de panadería a Troia en Santiago de Compostela


Hoy en día, el pan llega partido a la mesa. Pero hubo un tiempo en que partir el pan, y la forma expresa de partirlo y de compartirlo, tuvo su importancia.
Partir el pan ha sido siempre el privilegio del padre de familia. Ofrecer el primer pedazo de pan al huésped era el gesto que más agasajaba al invitado.
Erasmo de Rotterdam también dejó constancia de lo que se tenia como buenas maneras en el refinado ambiente de las cortes europeas cuando escribió:

"El vaso y el cuchillo, bien limpios, deberán encontrarse a la derecha; el pan, sin embargo, a la izquierda. Hay que dejar a cierta gente de la corte el placer de tomar el pan de la panera con la punta de los dedos, pero tú córtalo como más te convenga; con el cuchillo, sin eliminar la corteza de alrededor, y no lo cortes por todos los lados".
Otra costumbre que viene de antaño es besar el pan que se cae al suelo (mi madre lo hacia siempre). No se debe tirar ni desperdiciar y si se cae al suelo hay que limpiarlo y besarlo. Como decía Lópe de Vega muchos siglos después que se generalizara esta costumbre: 

Yo lo como
y mejor diré lo beso,
porque es tan bendito el pan
que alma y cuerpo comerán
de la dulzura del beso

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